El Bien, el Mal y la Visión Práctica para la Vida
- José Olalde

- 31 oct
- 2 Min. de lectura
Los conceptos de bien y mal suelen generar confusión, especialmente entre los más jóvenes. Se debaten en cafés y conversaciones filosóficas como si fueran ideas abstractas, pero lo cierto es que poseen definiciones prácticas que pueden aplicarse a la vida real y que ayudan a tomar mejores decisiones.

La definición más útil y funcional que conozco es la siguiente:
Bien: aquello que beneficia a la sociedad, al grupo, a la familia, a la naturaleza y al medio ambiente.
Mal: aquello que causa daño a esos mismos elementos.
Esta forma de entenderlos no es filosófica ni religiosa: es pragmática. En la vida diaria, lo importante es orientar nuestras acciones hacia el mayor beneficio posible, procurando a la vez causar el menor daño. A veces, el bien implica cierto perjuicio temporal, como en una cirugía que salva una vida pero implica dolor y recuperación. En esos casos, se debe actuar buscando el mayor bien y el menor daño.
El vínculo entre el bien y el dinero
Esta visión se conecta con el tema del dinero tratado en ocasiones anteriores. Cuando identificamos una necesidad en la sociedad y creas un producto o servicio valioso para satisfacerla, estás haciendo un bien. Al beneficiar a otros, ellos te reconocen, confían en ti y están dispuestos a intercambiar contigo, ya sea en forma de apoyo, recursos o lealtad.
En términos de supervivencia, la lógica es simple: queremos cerca lo que nos da vida y lejos lo que nos amenaza. Por eso, cuando aportas valor real a la sociedad, está, a su vez, tiende a devolverte beneficios que también mejoran tu propia supervivencia.
El bien y el mal desde la perspectiva del universo
Aquí es donde debemos separar el concepto humano del bien y del mal del concepto universal. En el universo, no existe lo “bueno” ni lo “malo”. El universo no es emocional ni toma partido; es indiferente a los problemas humanos.
Dios, entendido como la energía creativa que permea el universo, tampoco actúa bajo criterios humanos de moralidad. Lo que para un león es bueno —capturar a una gacela—, para la gacela es malo. Lo que para una orca es alimento —cazar pingüinos—, para el pingüino es tragedia.
Esta misma lógica se aplica a nuestra vida: lo que es bueno para uno, puede ser malo para otro. Pensar que “Dios es bueno” y que por eso todo lo que sucede, incluso lo negativo, tiene un propósito superior, es una idea religiosa que no se sostiene en la vida práctica.
Dios como energía programable
Dios existe, pero no es un ente que interviene arbitrariamente para equilibrar el bien y el mal. Es una energía creativa y programable que puede funcionar a tu favor si sabes cómo “programarla” para tus objetivos y metas.
Pretender que el sufrimiento o las desgracias son parte de un plan divino para un bien mayor es caer en explicaciones que no ayudan a actuar. En lugar de eso, hay que aprender a utilizar esa energía creativa de forma consciente, para que nuestras acciones generen el mayor bien posible y maximicen nuestra supervivencia y la de nuestro entorno.




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