La Congruencia en Tiempos de Incongruencia: Cómo Sobrevivir al Huracán de Estímulos
- José Olalde

- 8 ago
- 2 Min. de lectura
Vivimos bajo un bombardeo incesante de estímulos. Desde el instante en que nacemos, somos arrastrados por un huracán de información que nos alcanza antes incluso de tener la capacidad de procesarla. Un recién nacido no cuenta con una mente analítica. No tiene herramientas para diferenciar entre lo verdadero y lo falso. Su mente, al comienzo, es biológica, instintiva, pura capacidad de absorción sin filtro. Todo lo que ve, escucha y percibe queda grabado como una verdad absoluta. En esta etapa, no hay juicio. Solo programación.

La mente analítica, esa que nos permite cuestionar, discernir y evaluar, no comienza a formarse sino hasta los 7 u 8 años. Y aun así, su desarrollo es un proceso evolutivo que depende enteramente del tipo de información que recibe. Es aquí donde entra la importancia de una educación congruente, basada en datos verdaderos. Porque, así como una computadora funciona según el software que se le instala, la mente humana depende de los contenidos que se le alimentan para procesar el mundo.
El problema es que el “software” que muchas personas reciben está defectuoso desde el inicio. Vivimos rodeados de falsas promesas, medios manipulados y publicidad diseñada para saltarse el análisis y manipular directamente la emoción. La mente humana, saturada por estímulos sensoriales y visuales, termina creyendo en mensajes que no tienen base lógica, ni ética, ni científica.
Observa, por ejemplo, el fenómeno de la publicidad. Te hablan de medicamentos y al mismo tiempo te inundan con imágenes de felicidad, juventud y éxito, mientras una voz en segundo plano recita con rapidez los efectos secundarios. El mensaje verbal es de advertencia; el mensaje visual, sin embargo, graba lo opuesto: “esto te hará bien”. Es un acto de manipulación sofisticada, diseñado para anular la capacidad de discernimiento.
¿Y qué decir de la educación? Buena parte de la historia que se enseña fue escrita por los vencedores. No por quienes vivieron los hechos con dignidad, sino por quienes ganaron las guerras. La verdad ha sido moldeada a conveniencia. En cambio, disciplinas como la matemática, la biología o la química ofrecen, por lo general, un nivel de objetividad mayor. Pero incluso allí, los prejuicios pueden filtrarse.
La gran incongruencia de nuestro tiempo es que estamos rodeados de información… pero desinformados. Estamos hiperconectados… pero mentalmente desconectados de la verdad. Y lo más grave: muchas personas no están preparadas para discernir entre lo real y lo manipulado, porque nunca se les educó para pensar críticamente. Porque nunca se les enseñó a cuestionar.
Y esa es, quizás, la única salida posible ante el caos: cuestionarlo todo. No aceptar nada sin pasarlo por el filtro del análisis. Desarrollar una mente congruente en un mundo lleno de incongruencias. Una mente que no se conforma con lo aparente, sino que busca lo auténtico. Que no se deslumbra con lo bonito, sino que busca lo verdadero. Porque, si algo suena demasiado bonito para ser cierto… probablemente no lo sea.
No se trata de vivir en desconfianza, sino en conciencia.Porque solo en la conciencia puede florecer la libertad.




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