¿Por qué algunas personas envejecen tan rápido? La verdad detrás del deterioro acelerado del cuerpo humano
- José Olalde

- 19 jul
- 2 Min. de lectura
¿Te ha pasado que te encuentras con alguien después de varios años y piensas: “¡Cómo ha envejecido!”? Este fenómeno es mucho más común de lo que creemos, especialmente después de los 40. No se trata solo de percepción: el envejecimiento humano sigue una curva exponencial, no lineal. Esto significa que los primeros signos aparecen lentamente, pero con el paso de las décadas, el deterioro se acelera.

Entre los 20 y los 30 años, los cambios pueden ser mínimos. De los 30 a los 40, comienzan a notarse más. Pero es a partir de los 50 cuando muchos cuerpos cambian bruscamente. ¿La razón? Los sistemas del cuerpo comienzan a fallar de manera acumulativa, y no lo hacen de forma aislada. Las fallas interactúan entre sí y generan un efecto de sinergia negativa, donde el deterioro total es mucho mayor que la suma de sus partes.
Esto está directamente relacionado con una ley fundamental de la naturaleza: todo sistema tiende al desorden, al desgaste, a la entropía. Igual que un automóvil abandonado se oxida, o un edificio se derrumba con el tiempo si no recibe mantenimiento, el cuerpo humano se deteriora si no es cuidadosamente sostenido.
Nuestro cuerpo fue genéticamente diseñado para vivir entre 30 y 40 años. Hasta hace apenas un siglo, ese era el promedio de vida mundial. No evolucionamos para vivir hasta los 80 o 90 años, y por eso, pasados los 30, el cuerpo empieza a presentar deficiencias metabólicas, antioxidantes, nutricionales y hormonales. Se reducen compuestos como el glutatión y la superóxido dismutasa, vitales para la energía y la protección celular.
A partir de ahí, emergen enfermedades crónicas como diabetes, hipertensión, arteriosclerosis, cáncer y enfermedades hepáticas o renales. No son males aislados, sino diferentes expresiones del mismo proceso: el envejecimiento acelerado.
¿Qué podemos hacer?
La respuesta no está en fórmulas mágicas, sino en decisiones conscientes:
Suplementación inteligente: Con base en un análisis individual (panel vitamínico), para corregir deficiencias clave.
Nutrición antienvejecimiento: Priorizar alimentos vivos, ricos en clorofila, como vegetales verdes, algas marinas (especialmente espirulina), tubérculos, legumbres y frutas. Evitar los lácteos y reducir al mínimo la proteína animal, ya que su exceso está relacionado con inflamación y cáncer (especialmente por la caseína).
Uso de adaptógenos: Plantas que regulan la fisiología y contrarrestan el estrés oxidativo, el gran acelerador del envejecimiento.
Terapias regenerativas: Como células madre, exosomas, luz infrarroja y tecnologías de bioestimulación, que ya están disponibles y representan el futuro de la longevidad.
En Congruencias e Incongruencias, creemos que el envejecimiento no debe ser sinónimo de deterioro inevitable. Es un proceso natural, sí, pero puede ser ralentizado, incluso parcialmente revertido, cuando lo abordamos con conocimiento, conciencia y acción.
Vivir más años no debe ser el objetivo. Vivir mejor cada uno de ellos, sí.




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