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La Peor Verdad y la Mejor Mentira

Por José Olalde | Congruencias e Incongruencias

“La peor verdad solo cuesta un gran disgusto.La mejor mentira cuesta muchísimos pequeños disgustos… y al final, un disgusto gigantesco.”Jacinto Benavente

El dramaturgo español Jacinto Benavente resumió en esta frase una profunda verdad universal: mentir tiene un costo acumulativo, mientras que la verdad, por dura que sea, libera.Y es que la mentira, más que un acto intelectual, es una distorsión energética que deja huellas visibles en el cuerpo, el alma y las relaciones humanas.


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El cuerpo nunca miente:

Por más elaborada que sea una mentira, el cuerpo la delata.Nuestros gestos, microexpresiones, tono de voz y posturas corporales cambian cuando tratamos de sostener algo falso.Hoy en día, existen especialistas que estudian esas señales no verbales para detectar la falsedad.

Pero no hace falta ser un experto: una persona medianamente consciente percibe cuando le mienten.La mentira vibra en una frecuencia distinta. Se siente.Y el corazón —ese segundo cerebro emocional— capta esa incongruencia antes de que la mente la procese.


La mentira se cae sola:

La mentira tiene una naturaleza expansiva, como una bola de nieve.Para sostener una falsedad inicial, necesitamos inventar otra… y luego otra más.Así, la trama se vuelve tan compleja que termina enredando a quien la teje.


Por eso, los interrogatorios policiales funcionan con repreguntas:cada nuevo detalle forzado añade peso a la estructura de la mentira, hasta que colapsa por contradicción interna.La verdad, en cambio, permanece simple, consistente, sin necesidad de adornos ni defensas.


Cuando la mentira destruye el amor:

Pocas cosas erosionan tanto la confianza como una mentira dentro de una relación.He visto matrimonios destruidos no por los errores cometidos, sino por las mentiras que los siguieron.

El error se puede perdonar; la mentira, no.Porque la mentira introduce duda, genera contradicción, rompe la estructura emocional que sostiene el vínculo.


Si una persona llega a casa y reconoce la verdad —por más dolorosa que sea, ofrece una oportunidad para sanar.Pero si decide mentir, la relación entra en un bucle de desconfianza que tarde o temprano termina en ruptura.

La peor verdad se enfrenta una vez.La mejor mentira se sufre mil veces.


La libertad de vivir sin máscaras:

Decir la verdad no es fácil. Implica valentía, humildad y aceptación.Pero también ofrece algo invaluable: paz interior.Porque quien vive en la verdad no necesita recordar versiones, excusas o apariencias.Duerme tranquilo, respira liviano, camina sin miedo.


Yo hablo desde la experiencia desde una vida que ha recorrido todos los caminos: la guerra, el exilio, la reconstrucción.He aprendido que mentir es vivir preso del juicio ajeno, mientras que decir la verdad, aunque duela, es caminar con dignidad.


Hoy, más allá del bien y del mal, he aprendido a perdonarme a mí mismo.Y en ese perdón, la mentira deja de tener espacio.Porque quien vive en congruencia no necesita disfrazar su historia.


Conclusión: el costo de la mentira

La mentira siempre cobra su precio.Primero en pequeñas contradicciones, luego en pérdidas mayores: relaciones, reputación, paz interior.La verdad, en cambio, puede doler una vez, pero deja la conciencia en calma.


Así que no mientas.Di tu verdad, aunque tiemble la voz.

Es mejor pasar un trago amargo hoy, que vivir amargado todos los días.

 
 
 

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