El Bien y el Mal: Reflexiones Prácticas y su Relación con el Universo
- José Olalde

- 11 ene
- 2 Min. de lectura
Por José Olalde

Hoy exploraremos dos conceptos que suelen generar mucha confusión: el bien y el mal. Aunque a menudo se discuten en términos filosóficos o religiosos, quiero abordarlos desde un punto de vista práctico y aplicable para nuestra vida diaria.
Definiendo el bien y el mal:
De manera simple y pragmática, podemos definir:
El Bien: Todo aquello que beneficia al grupo, la familia, la sociedad, la naturaleza y el universo.
El Mal: Todo lo que causa daño a esos mismos elementos.
Por ejemplo, una acción como realizar una cirugía puede causar daño temporal, pero si salva una vida, representa el mayor bien posible. Este enfoque nos lleva a considerar no solo el impacto inmediato de nuestras acciones, sino también el beneficio global que generan.
Aplicando el concepto del mayor bien:
En la vida cotidiana, tomar decisiones implica evaluar cuál es el mayor bien y minimizar el daño. Este principio también se conecta con el tema del dinero, que discutimos anteriormente. Crear un producto final valioso que satisfaga una necesidad social no solo genera beneficios para la sociedad, sino que también ofrece un intercambio positivo para quien lo desarrolla.
Cuando las personas identifican necesidades y aportan soluciones, están contribuyendo al mayor bien posible. Esta actitud no solo beneficia a la sociedad, sino que también les otorga credibilidad, prestigio y supervivencia.
El universo y el bien y el mal:
Aquí es donde muchas personas tienden a confundir los conceptos. A diferencia del hombre, el universo no opera en términos de bien o mal. Dios, como energía creativa que permea todo, es indiferente a los problemas humanos. Esta indiferencia no implica crueldad, sino una naturaleza imparcial y no emocional.
Un ejemplo claro se observa en la naturaleza: lo que es bueno para el león al cazar una gacela, es malo para la gacela. Esta dualidad también se refleja en nuestras propias vidas. En momentos de sufrimiento, como la pérdida de un ser querido, podríamos preguntarnos: ¿Dónde está Dios? Sin embargo, debemos entender que Dios no interviene de manera espontánea en estos eventos.
Dios como energía programable:
Dios no opera bajo los términos humanos de bien y mal. Es una gran energía creativa que puede ser programada para trabajar a nuestro favor, siempre y cuando sepamos cómo hacerlo. Atribuirle cualidades humanas a Dios, como bondad o maldad, es un error. En cambio, debemos aprender a alinear nuestras metas y acciones con esta energía para maximizar nuestros beneficios.
Reflexión final:
El bien y el mal son conceptos prácticos y aplicables que podemos utilizar para orientar nuestras decisiones hacia el mayor beneficio posible. Al comprender que el universo no juzga ni interviene de manera espontánea, podemos asumir la responsabilidad de programar nuestras acciones para que trabajen a nuestro favor.
¡Nos vemos pronto!




Comentarios