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El Bien y el Mal: Una Mirada Práctica desde Congruencias e Incongruencias

Por José Olalde




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En nuestra vida cotidiana, los conceptos de bien y mal a menudo están rodeados de confusión, influencias filosóficas o incluso interpretaciones religiosas. Sin embargo, en Congruencias e Incongruencias, queremos ofrecerte una definición práctica y aplicable para que puedas entenderlos y utilizarlos de manera efectiva en tu día a día.


¿Qué es el bien y qué es el mal?

El bien, en términos simples, es aquello que beneficia a la sociedad, la familia, la naturaleza y el medio ambiente. Por otro lado, el mal es todo lo que causa daño a esos mismos elementos. Estas definiciones, alejadas de complejas especulaciones, son herramientas poderosas para tomar decisiones más acertadas en nuestra vida diaria.


Por ejemplo, en ocasiones enfrentamos situaciones donde debemos elegir entre causar un pequeño daño para lograr un mayor bien. Imaginemos una cirugía que, aunque implica dolor y riesgos, salva vidas. Este enfoque práctico nos invita a priorizar el mayor bien y minimizar el daño, sin dejarnos llevar por idealismos o creencias absolutas.


¿Cómo se relaciona esto con el dinero?

El dinero, cuando se utiliza para satisfacer necesidades reales y crear valor para la sociedad, se convierte en una herramienta de bien. Crear un producto o servicio que beneficie a las personas es una forma de aportar al grupo, y ese aporte es reconocido y recompensado. Así, cuanto más beneficioso sea tu impacto en la sociedad, mayores serán las oportunidades de recibir algo positivo a cambio.


Este intercambio no es un idealismo, es una realidad práctica: la sociedad valora a quienes contribuyen a su supervivencia y bienestar. Por eso, buscar necesidades y satisfacerlas de forma ética y consciente no solo genera un impacto positivo en los demás, sino que también mejora tu calidad de vida.


Más Allá del bien y del mal:

A menudo, confundimos los conceptos del bien y el mal con nociones religiosas. Sin embargo, el universo no funciona bajo nuestras emociones o juicios. Lo que es bueno para una gacela no lo es para el león que la persigue, y viceversa. En ese sentido, el universo y su energía creativa, que algunos llaman Dios, no toman posturas emocionales sobre lo que ocurre.


Dios, entendido como una energía programable, no interviene en nuestras vidas de manera espontánea. Si queremos que esa energía trabaje a nuestro favor, debemos aprender a programarla, a establecer nuestras metas y objetivos de manera clara. Pensar que el sufrimiento ocurre por un bien mayor o como parte de un plan divino es un error común que no aplica en la vida práctica.


Reflexión Final:

El bien y el mal no son conceptos absolutos, sino herramientas prácticas para orientar nuestras acciones hacia lo que beneficia al grupo, la familia y la naturaleza. Al entender esto, podemos tomar decisiones más conscientes y construir una vida más congruente con nuestras metas y valores.

Si te interesa explorar más sobre cómo podemos aplicar estos principios en nuestra vida diaria, te invito a seguir escuchando Congruencias e Incongruencias. Suscríbete ¡Hasta la próxima!

 
 
 

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