La Verdad y la Mentira: Una Reflexión Sobre la Autenticidad y sus Consecuencias
- José Olalde

- 19 ene
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Por José Olalde
Hoy quiero compartir una reflexión basada en las palabras del gran Jacinto Benavente, quien dijo: “La peor verdad solo cuesta un gran disgusto; la mejor mentira cuesta muchísimos pequeños disgustos y, al final, un disgusto gigantesco”. Esta frase nos invita a considerar las implicaciones profundas de vivir con autenticidad versus las consecuencias de sostener mentiras.
La naturaleza de la mentira:
Las mentiras generan contradicciones inevitables. Cada vez que mientes, tu cuerpo, mente y corazón envían señales que pueden ser percibidas por otros. Estas señales semiocultas son el lenguaje de la verdad que intenta salir a la luz. Por eso, incluso sin entrenamiento formal, las personas suelen intuir cuando alguien miente.
En el campo de la investigación criminal, por ejemplo, se utilizan técnicas que explotan estas contradicciones. Al cuestionar a un sospechoso, la policía busca inconsistencias en la narrativa, y mientras más detalles agrega el mentiroso, más evidente se vuelve la mentira. Es como una bola de nieve que crece hasta convertirse en el famoso “elefante en la habitación”: imposible de ignorar.
Las mentiras en las relaciones:
Las mentiras son especialmente destructivas en las relaciones personales. Muchos matrimonios han colapsado porque uno de los miembros eligió ocultar la verdad en lugar de afrontarla. Una mentira, por pequeña que sea, puede crecer hasta destruir la confianza y la conexión emocional.
En lugar de mentir, imagina el impacto de enfrentar un error con honestidad. Decir: “Esto es lo que hice, esta es mi verdad, y acepto las consecuencias”, es mucho más poderoso y digno que construir una red de mentiras que inevitablemente colapsará. Al asumir la responsabilidad, puedes abrir un camino para la reconciliación o al menos, la tranquilidad de haber actuado con integridad.
Más allá del bien y del mal:
Hoy en día, he llegado a un punto en mi vida donde me encuentro más allá de los dogmas y juicios morales. Creo firmemente en la importancia de la verdad y en el poder de vivir sin cargar el peso de las mentiras. Al perdonarme a mí mismo por mis errores, he alcanzado una paz que trasciende el bien y el mal. Este es un recordatorio de que la autenticidad no solo beneficia a quienes te rodean, sino también a ti mismo.
Reflexión final:
Vivir con la verdad, aunque a veces implique un trago amargo, es infinitamente mejor que enfrentar pequeños disgustos diarios que eventualmente conducen a una crisis mayor. La verdad te permite dormir tranquilo, vivir sin miedo a ser descubierto y construir relaciones basadas en confianza y respeto.
Hasta la próxima, recuerda que cada elección que haces moldea la calidad de tu vida. Opta por la verdad, no por la mentira, y descubrirás la libertad que solo la autenticidad puede ofrecer.




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